por Ariel Beramendi
El gran desafío de este congreso fue dar una mirada honesta al ecosistema
comunicativo en el que la sociedad actual existe y el rol de la Iglesia en medio
este contexto donde las nuevas tecnologías de la comunicación condicionan y
cambian constantemente la socialización, el aprendizaje y – porque no – la vida
espiritual de las personas. Este congreso partió del presupuesto de la urgente
necesidad de anunciar el rostro de Cristo en el continente digital con todas
las nuevas posibilidades y riesgos que esta nueva realidad presenta.
Presididos por el arzobispo Claudio María Celli, presidente del PCCS, expertos de la comunicación y de la pastoral
señalaron y analizaron las causas de la brecha digital que existe aún dentro de
la Iglesia y luego propusieron algunas sugerencias pastorales y técnicas para
promover activamente el acceso y uso de estas nuevas tecnologías de
comunicación con la que nativos y
migrantes digitales conviven día a día dentro y fuera de la Iglesia. Muchas
de las reflexiones y trabajos en grupo durante este congreso trataron de
responder al desafío del “cómo y con qué lenguajes la Iglesia debe presentar el
mensaje del Evangelio en un mundo sin fronteras y cada vez más globalizado por
las plataformas modernas de comunicación”.
Sin embargo, quedó claro que más allá del acceso o uso de las tecnologías
de parte de la Iglesia, se trata de un cambio de mentalidad y no de un problema
técnico; es decir superar la visión instrumentalista de estos nuevos medios de
comunicación como amplificadores de nuestro mensaje para dar lugar a nuevas
posibilidades de crear espacios de diálogo sincero y encuentro fraterno,
teniendo en cuenta que según la concepción de Iglesia que tengamos,
corresponderá un estilo de comunicación y no otro.
Por un lado los teólogos fundamentaron la teología de la comunicación en la
adhesión de la Iglesia al “Logos” eterno que tomó expresión humana en Jesucristo
quien es el único que puede afirmar “yo
soy la verdad” y desde donde se entiende la naturaleza misionera de la Iglesia
como comunicadora de dicha verdad; así pues resonaron claramente en el Aula Magna
de la Universidad Católica de Chile las palabras del Arzobispo Celli si la Iglesia no es comunicación, no es
Iglesia.
Por su parte los técnicos de la Red Informática de la Iglesia en América
Latina presentaron soluciones prácticas para promover la inclusión digital
ofreciendo servicios concretos como el naciente “episcopo.net” que facilitará
el contacto seguro entre los obispos, también se ilustraron nuevas aplicaciones,
bases de datos compartibles y software
basados en la web que aseguran un trabajo en red para los agentes pastorales
que estén dispuestos a crear sinergias, intercambios y acuerdos que potencien los
rasgos comunes de una Iglesia latinoamericana caracterizada por su multiculturalidad.
Si bien es difícil sintetizar en unas cuantas líneas la riqueza eclesial,
académica y pastoral que se vivió durante este congreso ha quedado claro, una
vez más, el llamado constante a una conversión
pastoral hacia la comunicación que es una política primaria del PCCS y del
Departamento de Comunicación del CELAM como una respuesta al llamado de
Aparecida y finalmente ser comunicadores, discípulos y misioneros para que
nuestros pueblos en Él tengan vida en abundancia.
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