“Cuando las autoridades religiosas no quieren o no pueden dar información, dan
fácilmente ocasión más a la difusión de rumores perniciosos que al esclarecimiento de la
verdad. Los responsables en la Iglesia deben sabiamente anticiparse a esta dificultad y
no permitir que otros les tomen la delantera con sus iniciativas.”
Communio et Progressio, 1971, 121 y 124
“Una cuestión de interés público que se pasa por alto es una crisis segura”
Henry Kissinger
Introducción
Cuando una organización se encuentra en una situación
difícil, ya sea por su propia responsabilidad o por culpa de otros, cómo actúa, qué dice y cómo se relaciona
con quienes tienen intereses en ella y con el público en general tendrá efectos sobre su reputación,
credibilidad y confiabilidad.
En estas circunstancias las organizaciones tienen que poner en acción
el arte y las habilidades de una rama especializada de la gestión o control de reputación: el manejo
de crisis.
La pericia en el manejo de crisis es particularmente
importante para aquellos a cargo de las
comunicaciones de la Iglesia. Las oficinas nacionales y
diocesanas de comunicación a menudo se encuentran con que tienen que lidiar con cuestiones
difíciles, y los problemas internos pueden rápidamente hacerse públicos y tema de interés para los
medios locales o nacionales. Una crisis destaca e intensifica la relación siempre complicada entre la
Iglesia y los medios.
En una crisis, sobre todo, la oficina nacional o diocesana
de comunicaciones tiene que actuar como defensora de la posición de la Iglesia. La oficina tiene que
explicar y defender las acciones y puntos de vista de la Iglesia, corregir la información errónea o
engañosa y tratar de mejorar la calidad de la interpretación y la comprensión que tengan los periodistas
sobre los acontecimientos que se desarrollan.
En algunos casos la oficina de comunicaciones tiene también
la muy difícil tarea de ayudar a elaborar las declaraciones apropiadas de pesar o disculpa por errores
o malas acciones.
Sin embargo, es importante, especialmente en una crisis, que
la oficina de comunicaciones continúe actuando como defensora de los medios dentro de la Iglesia.
Tiene que transmitir las necesidades de los reporteros, y persuadir a la Iglesia de los beneficios de la
apertura y la transparencia. Puede encontrar que tiene que aplacar a periodistas exigentes y tratar de
convencer a líderes renuentes de la Iglesia para que hagan algunos comentarios positivos a los medios. En
este papel otros colegas podrían fácilmente considerar a la oficina de comunicaciones como débil o
excesivamente influenciada por los medios.
Pero cuando los otros miembros de la organización ven a los
medios como el enemigo, es esencial que alguien mantenga un enfoque más equilibrado. En estas
situaciones críticas el papel de la oficina nacional o diocesana de comunicaciones como puente entre los
responsables de la Iglesia y los medios es muy importante.
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